Por: Editor1
Foto de varios niños y niñas con unifome en el exterior de escuela rural, con árboles y montañas

La Institución Educativa Municipal Montessori sede San Francisco, una escuela pública ubicada en Pitalito, Huila, está librando una batalla triunfal contra los efectos devastadores de la producción de café en la región, desatando una ola de transformación que inspira cambios en sus estudiantes y la comunidad en general.

A través de su programa Cafelab Colombia, la escuela ha demostrado con éxito que puede reducir la contaminación, promover el espíritu empresarial y contribuir a un medio ambiente más saludable. El éxito del programa se demuestra con estadísticas clave, como la incorporación de más de 100.000 toneladas de pulpa de café y la producción de productos innovadores y amigables con el medio ambiente.

El docente Ramon Maje Floriano ha sido el impulsor de esta iniciativa, que en esta oportunidad les ha permitido obtener el reconocimiento de ser una de las 10 Mejores Escuelas del Mundo, concurso organizado por T4 Education, en Londres.  El proyecto educativo “Cafelab Colombia, para la sostenibilidad ambiental y el tejido social” fue seleccionado en la categoría acción medioambiental, por esta Fundación que brinda a las escuelas inspiradoras una plataforma global para que otros puedan replicar sus mejores prácticas.

Los cinco ganadores de los Premios a las Mejores Escuelas del Mundo reciben una parte del premio de 250,000 dólares para ampliar y mejorar sus proyectos educativos.

Los logros de Cafelab

Cafelab Colombia ya ha dado resultados significativos. Socialmente, se ha convertido en un centro de investigación para toda la región surcolombiana, beneficiando a más de 150.000 estudiantes, 5.000 docentes y aproximadamente 600.000 habitantes involucrados en actividades relacionadas con el café. Ambientalmente, el programa ha reintegrado más de 100,000 toneladas de pulpa de café al uso productivo, recuperado más de 20 litros de agua por kilogramo de café lavado y ha permitido la producción de baterías eléctricas y telas ecológicas. Económicamente, la escuela ha fomentado el crecimiento de empresas ecológicas certificadas que se especializan en el tratamiento de residuos de café, apoyando la economía circular y ofreciendo nuevas oportunidades de ingresos para las comunidades locales.

Las ministras de Educación, Aurora Vergara Figueroa, y de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad, y la jefe (e) de la Oficina de Innovación del Mineducación, le hicieron un reconocimiento al profesor Maje y a Cafelab, en la pasada Feria Internacional del Ambiente- FIMA, realizada el 16 de junio en Corferias, Bogotá.

Conozcamos a Cafelab, contado por Ramón Maje Floriano

El profesor Ramón fue participe del programa ICT Training for Colombian Teachers - Corea 2020, el cual otorgó un entrenamiento en Incheon (Corea del Sur), para el uso educativo de las TIC. Igualmente, con el apoyo del Gobierno de Corea se realizó la donación de un aula TIC al colegio para trabajar en la creación y producción de medios audiovisuales.

Ramón es licenciado en Matemáticas y Física y magíster en Ciencias de la Educación, de la Universidad de la Amazonia; y doctor en Ciencias de la Educación la Universidad Cuauhtémoc en México.

Colombia Aprende: Profesor Ramón, ¿cómo descubren que el proceso de recolección del café genera impactos ambientales?

Ramón Maje F.: “Pitalito es una región netamente cafetera que basa a su economía en el café, pues es el producto insignia de la región, del que hoy sembramos más de 21.000 hectáreas. Estamos en una escuela rural en la que todos mis estudiantes son caficultores, agricultores junto a sus padres de familia. En charlas y salidas pedagógicas con los estudiantes encontramos que en toda la producción, en la cadena productiva del café, se generaban cinco subproductos y que su disposición final generalmente era arrojada a los cuerpos de agua o, en su defecto, expuesta al medio ambiente. Entonces, vimos una problemática generalizada que nos impulsó a hacer lectura de antecedentes en fuentes primarias y encontramos que, efectivamente, a nivel nacional y mundial es un problema grave, agresivo, en esta producción. De allí, entonces encontramos que era posible reincorporar estos subproductos a la vida productiva, hacia lo que llamamos economía circular”.

CA: ¿Cómo idearon el proceso para mitigar el impacto ambiental?

RMF: “Creamos el grupo de investigación Cafelab Colombia, que se desarrolla desde los grados sexto hasta 11º como prueba piloto en la sede San Francisco y desde allí estructuramos 3 fases de investigación.

Una primera fase que llamamos de inmersión, donde el estudiante reconoce que existe una problemática ambiental, agresiva, a través de lectura de antecedentes, salidas de campo y la estructuración del diagnóstico. Luego, en la fase 2, por grupos o nodos los estudiantes se encargan de crear una idea de emprendimiento, reincorporando los subproductos a través de lo que llamamos los retos STEM: diseño, prototipo, prueba y evaluación de una solución. Por ejemplo, la generación de energía eléctrica a través de la pulpa y del mucílago del café.  

La tercera fase, que es la consolidación de las fases 1 y 2, la llamamos comunicación donde desarrollamos competencias científicas pero también competencias comunicativas orales y escritas en los estudiantes para replicar la propuesta, para sensibilizar también a la comunidad en general de qué y cómo podemos reincorporar estos subproductos.”

CA: ¿Cuál es la proyección que como institución sueñan para CafeLab?

RMF: “A mediano y largo plazo, gracias a la Oficina de Innovación Educativa con Uso de TIC y el aula donada por Corea del Sur, tenemos pensado convertirnos en un gran centro de investigación e innovación para la región surcolombiana, donde podamos generar procesos de capacitación o de formación tanto para maestros como estudiantes y población en general. Así mismo, en metodología de la investigación, apoyados con elementos o herramientas computacionales que nos permitan aportar ideas innovadoras y creativas a problemáticas generales como, en este caso, la contaminación que se genera por los residuos del café.

También estamos trabajando en otros proyectos como “hambre cero” a través de las huertas comunitarias STEM; la mitigación de la huella de carbono y otros elementos que, a partir de la estructura que comenté anteriormente, nos puedan responder de manera significativa a estas problemáticas globales.”

CA: ¿Cuál es el impacto de este tipo de proyectos sobre las comunidades?

RMF: “Considero que el impacto es amplio; todo proyecto de investigación debe impactar la triple línea de fondo y nosotros lo estamos haciendo, es decir, lo social, lo económico y lo ambiental. Desde lo social ya reconfiguramos la práctica pedagógica de toda la Institución Montessori.  Estamos hablando de 126 profesores y 3.300 estudiantes de 12 sedes, que hoy trabajan o pasan de un modelo tradicional de enseñanza a una práctica de aprendizaje basada en proyectos.

Desde lo social podemos estar asegurando el trabajo con las comunidades cafeteras. Hoy sembramos más de 21.000 hectáreas del grano impactando a una población laboyana de 165.000 habitantes. Desde lo económico, el proyecto de investigación se convierte en una incubadora de proyectos, en la cual el estudiante junto a su padre de familia ya tiene la posibilidad de crear empresa o, mejor, de hacer uso y tratamiento adecuado de los subproductos moviendo la economía circular. Y desde lo ambiental, con la reincorporación de todos los subproductos del café. 

CA: ¿Por qué es importante la innovación educativa para los estudiantes y las comunidades educativas?

RMF: “La Oficina de Innovación define la innovación como la reconfiguración de las prácticas pedagógicas, y nosotros estamos justamente reconfigurando la práctica, es decir, rompiendo con paradigmas tradicionales de enseñanza y aprendizaje, pasando a didácticas activas contemporáneas que permitan responder, de manera creativa y adecuada, a problemáticas globales. En otras palabras, estamos desarrollando competencias en los estudiantes para convertirlos en ciudadanos globales que respondan a una situación del entorno, pero que sea real. Se le da un sentido a lo que se enseña y aprende en la escuela y esto, el plus que nos faltaba, apoyado con las herramientas computacionales, la Cuarta Revolución Industrial, que nos permiten servir de mediadores en este proceso.”

CA: ¿Qué sigue después de quedar entre las 10 mejores instituciones del mundo en prácticas sostenibles?

RMF: “Estar dentro del top 10 de las mejores escuelas del mundo nos llena de orgullo y satisfacción, porque creemos que estamos haciendo el trabajo de la mejor manera y que vamos por buen camino. Tal vez estemos equivocados, pero hacer cosas diferentes ya implica hacer un trabajo interesante por la comunidad.

¿Qué sigue? Esperar en septiembre el top 3 y, por qué no, soñar que en octubre seamos reconocidos como la mejor escuela del mundo en la categoría de acción medioambiental, como una escuela o como un proyecto de investigación o como una institución que aporta soluciones reales a problemáticas generales en el entorno.

 

Fuentes:

T4.education 

Cafelab Colombia