La cuarta revolución industrial y la educación

Por: Editor1
Niño pequeño con gafas, enfrente de computador construye y programa Lego Robot WeDo

La primera mención a esta nueva era de cambio se hizo durante el Foro Económico Mundial de 2016, realizado en Davos, Suiza. La característica principal de la cuarta revolución industrial-4RI- es el desarrollo y uso combinado de avances tecnológicos en muy diversos campos, entre ellos la Biología, la Física, la computación, etc. Y esto ha impulsado el surgimiento y la integración a los procesos productivos y a la vida cotidiana, de las personas y de un sinnúmero de tecnologías con un alto poder transformador, tales como los robots inteligentes, la realidad aumentada, la impresión 3D, la Internet de las Cosas, entre muchas otras.

La cuarta revolución industrial tiene un fuerte impacto en la educación. Aunque los cambios iniciales pertenezcan más a un ámbito puramente tecnológico, las trasformaciones que introducen se ven reflejadas de manera directa en las conductas de la sociedad y en la alteración de los perfiles laborales. En este sentido, las instituciones educativas tienen que saber adaptar la preparación de sus alumnos a los nuevos empleos, comprendiendo y diferenciando “aquellos que se pueden automatizar de aquellos que siempre tendrán en su base una labor humana”.

¿Qué deben aprender los docentes para generar experiencias de aprendizaje adaptadas a esta nueva realidad?

Es importante que los docentes se encuentren cómodos en el aula utilizando los dispositivos tecnológicos. Iván Darío Gómez Castaño, experto en educación y asesor del Ministerio de Educación, afirma que “lo primero es pensar cómo los docentes pueden comenzar a apropiarse de estas herramientas” para utilizarlas en sus clases “permeando y potenciando los aprendizajes de los chicos”. Para Iván Darío, en las circunstancias actuales de conectividad esto ya va a ser todo un reto. Además, hay que empezar a acercar a los estudiantes “a ciertos roles o profesiones que serán determinantes en esta cuarta revolución industrial”.

“Otra reflexión inherente que hay que tener con los chicos es la capacidad de transformación en el tiempo y la capacidad dinámica de aprender y desaprender nuevas cosas”, explica Gómez. Es esencial que el docente interiorice y divulgue la relación tangencial que existe entre la cuarta revolución industrial y el concepto de sociedad del aprendizaje. Como explica el investigador, el hecho de que el conocimiento avance cada vez de manera más rápida, hace que se lleve a cabo una fragmentación que imposibilita que una materia se agote por entero en programas educativos con el formato con el que cuentan hoy en día. Los chicos deben entender que los procesos de aprendizaje ya no pueden restringirse a un programa curricular muy acotado. Por tanto, el objetivo no es preparar a los alumnos con unos conocimientos que abarquen toda la asignatura, sino más bien que estén preparados para reaccionar y adaptarse a los cambios que se vayan experimentando con el paso del tiempo.

Lo que habilita a los estudiantes en esta realidad es “su capacidad de sustraer información, analizarla, filtrarla y generar propuestas en función de esta”. También “su capacidad creativa para dar soluciones divergentes a problemas históricos”. O su “capacidad para trabajar con otros en estrategias mancomunadas para dar soluciones sostenibles a estos problemas”, afirma Iván Darío.

Conciencia y reflexión social para no agrandar la brecha educativa

Cuando hablamos de las consecuencias de las innovaciones tecnológicas en la educación, es obligatorio entrar en las problemáticas adicionales que afrontan algunas de las zonas rurales que no tienen acceso a estas herramientas. En este sentido, Iván Gómez destaca dos hechos muy importantes para tener en cuenta: el primero, es que la cuarta revolución industrial y sus transformaciones van a llegar, tarde o temprano a todas las regiones. Lo que ocurre es que, “van a llegar de manera muy torpe e incipiente a aquellos territorios que no estén preparados”. Por ejemplo, el hecho de que algunas áreas cuenten con una conectividad de peor calidad puede llevar a que los estudiantes encuentren mayores dificultades para insertarse en el mercado laboral al terminar sus estudios.

La segunda cuestión es que, históricamente, “cuando las revoluciones industriales han llegado a las comunidades de forma inequitativa, terminan generando conflictos sociales y de productividad”. Para evitar perpetuar esta brecha, todos los actores deben ser muy conscientes de cuál es su papel y el de su territorio en esta realidad. Cerrar esa brecha tiene que ver con la conciencia que se despierte respecto de la democratización de ciertos asuntos, que son habilitantes para el grueso de las personas, y ese es el caso de la conectividad.

Ante este nuevo escenario, hay que eliminar fronteras entre lo físico, tecnológico y humano, y llevar a cabo una formación humanística más sólida, basada en las siguientes competencias:

El pensamiento crítico, la toma de decisiones, resolver problemas complejos, el trabajo en equipo, la orientación al servicio y la negociación.  Se requiere de una educación más resiliente, capaz de aprender a aprender o de desaprender para volver a aprender; que no solamente esté centrada en lo objetivo (las pruebas, el dato, el indicador, la evaluación, etc.), sino especialmente en lo subjetivo (la motivación, la pasión, la ética, los valores, la felicidad, el compromiso y la responsabilidad, entre otras).

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Fuentes

Profuturo

Thinkinglab

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